Los automóviles de alto rendimiento cuentan por lo regular con caja de cambios automática. A diferencia de la caja manual en esta la conducción es más fácil de hacer.
El tipo preponderante en la transmisión es la que se basa hidráulicamente. Este usa un convertidor o fluido que se acopla a un sistema de engranes planetarios. Este convertidor cuenta con una turbina, que recibe el fluido y la bomba que distribuye el aceite.
La bomba arroja el aceite con una cierta fuerza y la turbina toma la inercia del fluido. Más del 90% de la fuerza percibida es procesada por el embrague convertidor que transforma a fuerza mecánica impulsando el movimiento del vehículo.
En los países desarrollados, sobre todo en el viejo continente, la mayoría de los vehículos no cuentan con este tipo de transmisiones. Sin embargo, ya los fabricantes están adoptando este mecanismo, sobretodo en autos de gama alta como BMW, Audi y Mercedes.
Antecedentes de la caja de cambios automática
A pesar de que mucha gente cree que la transmisión automática es un nuevo invento, la realidad no es así. Los primeros modelos salieron a mediados del siglo XX. La marca pionera fue Ford con el modelo T, la misma que usaba un sistema de engranes muy parecidos a la transmisiones actuales.
En la década de los 1930s, Daimler quien fue un fabricante alemán, desarrolló junto con Mercedes una caja semiautomática. A fines de esa década, General Motor también desarrolló su propia caja similar a la de Daimler.
Al paso del tiempo la caja de cambios automática ha ido evolucionando. En países como Canadá o Estados Unidos, el uso de este tipo de transmisiones es preponderante.
Las cajas actuales cuentan con optimizadores que aumentan el rendimiento. Esto hace que haya un buen balance entre el funcionamiento y consumo de combustible. Con esto se ahorra dinero en gasolina y en mantenimiento.